Siguen cayendo los días, uno detrás de otro, sin que el hoy
sea distinto del ayer, ni el mañana del hoy. Pasan sin dejar un momento al que
agarrarse, sin que un día haya merecido la pena más que el anterior, o el
anterior, o el anterior… Segundos que se convierten en minutos, que, a su vez,
se convierten en horas y no son más que eso; tiempo. Tiempo que pasa por encima
de mí y lo único que me deja es menos camino por recorrer hasta un final que
todos tenemos seguro, y esta sensación de vacío que poco a poco se ha
convertido en una compañera inseparable. Un vacío que no llenarían toneladas de
arena si entre ellas no se encuentra el grano adecuado. El grano de arena que
necesito. El que me falta para que mis días tengan al menos un momento del que
no quiera desprenderme u otro por el que merezca la pena avanzar hasta el día
siguiente. Un grano de arena que haga que los segundos, los minutos, las horas,
los días, dejen de ser lo que son ahora. Simplemente eso. Tiempo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario